VIEJO HACK IN THE SUN: El balbuceo de 80 años de un expatriado británico en España

He bailado con la Parca muchas veces en mi vida y siempre me he mantenido un paso por delante.
Todavía está esperando el vals final.
Mi primer encuentro con la Parca fue cuando, cuando era un boy scout de 11 años, me metí en problemas durante una lección de natación en medio de la piscina profunda.
Afortunadamente, el Boy Scout era un sacerdote católico e inmediatamente reconoció a un alma potencialmente perdida, sin dudarlo, trató de cruzar el agua para salvarme; cayó al fondo en el primer escalón.
¡Podría haber ayudado si se hubiera quitado primero su pesado crucifijo!
Todavía haciendo agua, intenté surfear en una bahía apartada con una tabla de espuma para niños durante una visita a Sudáfrica durante la era del apartheid.
No me di cuenta de que hubo un desbordamiento violento que me succionó hasta el fondo y luego me arrastró mar adentro en minutos.
Afortunadamente, finalmente fui rescatado por un nadador solitario que arrojó mi cuerpo inconsciente y con la cara azul en la playa, donde un africano enojado se paró a mi lado y pidió que le devolvieran su tabla de juguetes.
Como muchos de mi edad, sobreviví al London Blitz, pero no sin algunas maniobras evasivas con la muerte de mi tío y un accidente automovilístico frontal; Cena del ejército de la década de 1950 durante dos años; y muchos, muchos años de editores de periódicos sin padre que podían convertir a un joven reportero en un perro llorón con un charco de líquido en el suelo de un vistazo.
Luego vino la jubilación parcial en la soleada y despreocupada España.
Paz al fin, eso fue hasta hace unos años cuando mi viejo cuerpo cansado comenzó a quejarse.
Un par de cirugías serias casi destruyeron mi extraño humor, sin el cual no existiría.
En este momento me están alimentando por sonda, lo que supongo que es un castigo justo al hacer que me caguen en el culo y me paguen por ello todos estos años.
Bromas aparte, mi intención al dejarles todos mis problemas actuales es expresarles mi eterna gratitud por la increíble atención y ayuda del Servicio Español de Salud.
Todos merecen los mayores elogios, desde los limpiadores hasta las enfermeras y los médicos hasta los especialistas.
Ojalá pudiera, por una vez, resumir lo suficiente de mis tonterías y palabras analfabetas para dar rienda suelta a mis verdaderos sentimientos. Así que solo digo: Gracias, eres el mejor.