Cómo han cambiado las leyes de inmigración de Estados Unidos con el tiempo
Tabla de Contenido
La inmigración ha sido un tema polémico para los Estados Unidos desde sus primeros días. Todo el tiempo, las fuerzas opuestas han empujado la política del gobierno en diferentes direcciones para crear el sistema que tenemos hoy.
Wikimedia Commons
Desde el principio, Estados Unidos ha tenido al menos dos puntos de vista sobre la inmigración. Por un lado, los recién llegados han traído mano de obra barata y rica cultura de todo el mundo, junto con nuevos ciudadanos que tradicionalmente han sido extremadamente patriotas y orgullosos de su patria adoptiva. Por otro lado, los ciudadanos nativos han visto estas “nuevas” culturas como invasivas y extrañas, y los trabajadores estadounidenses han luchado para competir con los recién llegados en mercados laborales ajustados.
Estas fuerzas opuestas han dado forma a la política de inmigración desde el siglo XVIII, y queda por ver cuál impulsará el impulso hacia el mundo global del siglo XXI.
Primera política de inmigración de Estados Unidos
Wikimedia Commons
Cuando el futuro Estados Unidos era solo un grupo de colonias en gran parte desconectadas, la política de inmigración la establecía la Corona británica en el lejano Londres. Las decisiones sobre quién puede o no ingresar a los estados se tomaron por capricho del Parlamento y el Rey, sin tener en cuenta lo que los coloniales pudieran querer para su propio país.
De hecho, la inmigración se menciona entre la lista de agravios contra el rey Jorge III en la Declaración de Independencia:
Se ha esforzado por impedir la población de estos estados; entorpeciendo con tal fin las leyes de naturalización de extranjeros; negándose a pasar a otros para fomentar su migración hacia acá, y elevando las condiciones de nuevas apropiaciones de tierras.
La queja de los coloniales rebeldes era que la política de inmigración del rey era arbitraria y caprichosa, y que a los inmigrantes a los que se les permitía entrar se les impedía por decreto real emigrar al oeste hacia el interior. Al ganar la independencia, la nueva nación puso una política de inmigración unificada en un segundo plano hasta que se pudieran abordar otros problemas más apremiantes.
Como resultado, a lo largo de la década de 1780, cada estado elaboró su propia política de inmigración. Esto causó algunos vacíos grandes y extraños en las reglas.
Maryland, por ejemplo, favoreció a los inmigrantes católicos, mientras que Pensilvania prefirió a los cuáqueros y Virginia movió a los anglicanos a la parte superior de la lista. Algunos estados hambrientos de mano de obra abrieron las puertas de par en par, mientras que otros trataron de cerrarlas de golpe, solo para deshacerse cuando los inmigrantes simplemente cruzaron las fronteras estatales.
Este mosaico desordenado de leyes y normas no podía durar, razón por la cual el Congreso se reunió en 1790 para abordar el problema a nivel federal.