Cultura

En We Love Green, ¿cómo puedes divertirte sin destruir el planeta?

MEDIO AMBIENTE – Angèle, PNL, Laylow… Mientras Gorillaz, Jorja Smith y Moderat abrieron las fiestas a bombo y platillo, el festival parisino We Love Green continúa, este sábado 4 de junio en el Bois de Vincennes, con un montón de artistas imprescindibles.

La programación es tentadora. El número de asistentes al festival, necesariamente sustancial. El evento musical, fundado en 2010 con la idea de aunar música y respeto por el medio ambiente, había reunido, en 2019, a más de 80.000 personas. Una cifra que, como ocurre con muchos festivales de esta magnitud, plantea ciertos interrogantes en cuanto a su impacto en el medio ambiente.

En 2019, un estudio realizado por la firma Enerys estimó la huella de carbono de un festival que reúne a 50.000 personas en unas 1.000 toneladas de CO2 equivalente. Como señala la revista. Neónes más o menos similar a 400 viajes de ida y vuelta en avión París-Nueva York o las emisiones de gases de efecto invernadero de 100 franceses durante un año.

Ven en coche, sí, pero con una condición.

Ante esta constatación, ¿cómo podemos contribuir los festivaleros a reducir esta huella de carbono? ¿Cómo festejar en un festival sin destruir más el planeta? La palabra clave: sobriedad. Zoé Mary, portavoz de la asociación eco-amigable Alternatiba, deslizó al HuffPost algunos consejos sobre cómo abordarlo.

El primer instinto es pensar en su medio de transporte para llegar a la escena. “Es la primera fuente de contaminación”, nos dice. En We Love Green, por ejemplo, esto representa el 85% de su impacto ambiental, según el sitio web del evento. “Venir en coche es lo que más contamina. Y esto, desde muy, muy lejos”, continúa Zoé Mary. Según ella, se debe dar prioridad a la bicicleta, el transporte público y el carpooling, tres formas de “movilidad blanda”.

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A nivel individual, prosigue la activista, lo más importante, “es cero desperdicio”. Sabemos que cuando vas de viaje o a un festival de varios días, es difícil mantener buenos hábitos, como comprar al por mayor o prestar atención a los envases de plástico. Todavía es posible. Sal de las botellas de agua desechables, lleva contigo una botella de agua (o al menos una ecotaza).

Deben evitarse las colillas de cigarrillos y los tapones para los oídos.

Luego viene la cuestión de la restauración. Este es el segundo ítem de emisiones de gases de efecto invernadero en un festival, asegura el especialista. “Económicamente, no necesariamente podemos darnos el lujo de comer lo que se ofrece en el local cuando nos quedamos allí tres días seguidos, matiza. Sin embargo, durante un día, vale la pena.”

Sin embargo, vale la pena mirar lo que se sirve. ¿Es comida local? ¿Es orgánico? ¿Es vegetariano? “No necesariamente necesitas comer carne por un día o dos”, dice Zoé Mary. La producción de carne es, cabe recordar, particularmente voraz en términos de agua, cereales y tierra. Representa casi el 20% de las emisiones de gases de efecto invernadero en todo el mundo.

En cuanto a los fumadores, probablemente ya lo sepan: no tirar la colilla al suelo es una obviedad. “Contaminan el suelo y el agua muy rápido”, recuerda el portavoz de Alternatiba. Y, sin embargo, todavía hay muchos bajo nuestros pies. Un cenicero de bolsillo, como se suele regalar a la entrada de los festivales, es imprescindible.

Cuando se trata de tapones para los oídos desechables, nuevamente, se supone que deben terminar en la basura. Lo mejor es conseguir unos reutilizables. Los modelos accesibles están a la venta entre 7 y 10 euros, especifica el conocedor. “Son de mejor calidad y fáciles de limpiar. Sobre todo, nos evita tener que tirarlos después de haberlos usado una sola vez”, continúa.

A los organizadores para reducir el impacto

Pero ahora, todos estos reflejos, como tomarse treinta segundos para analizar un bote de basura antes de tirar los desechos en él, tiene sus límites. Para Zoé Mary, no todo tiene que venir de los festivaleros. “Es sobre todo el propio festival y sus organizadores quienes realmente podrán reducir las emisiones de gases de efecto invernadero”, advierte la activista.

Se han hecho esfuerzos. La democratización de la ecocopa en los festivales puede dar testimonio de ello. Para Zoé Mary, eso no es suficiente. “No debe detenerse simplemente en la reducción de residuos”, dice ella. Requiere pensar más profundamente en el festival en sí”.

¿Cómo traer artistas y asistentes al festival? ¿Qué les hacemos comer? ¿Qué energía usar? ¿Podemos agrupar equipos técnicos? ¿Puede la comunicación en torno al festival prescindir de carteles y volantes? Un informe reciente de The Shift Project mostró que al reducir los indicadores de los asistentes al festival, la huella de carbono de un festival podría reducirse rápidamente. ¿Deberíamos detener las agrupaciones gigantes? Vale la pena plantear algunas preguntas y no privar a los asistentes al festival de su libertad para divertirse.

Ver también en El Huff Post: Privada de festivales, Angèle improvisa uno… para girasoles

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